Entre distopías y
realidades
Juniane Joani
Cruz Espíritu

Estudiante de Ingeniería
Ambiental.
17 abril 2020
“El poder consiste en destrozar las mentes humanas y juntarlas nuevamente en nuevas formas de tu propia elección.”
(Orwell, 1949)
Distopía: Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.
A lo largo de los años, la literatura ha tocado a las distopías como un tema recurrente en los momentos de crisis sociales, revoluciones o grandes cambios a lo largo de la historia. Los autores, a través de estas narraciones, mostraban su sentir e imaginaban los futuros más fatales e increíbles. En obras como “1984” o “Fahrenheit 451”, los miedos acerca del futuro eran claramente representados por instituciones que controlaban cada paso que dabas mediante las pantallas telescópicas o por la incineración de libros para la manipulación de masas, pero, ¿qué tan distantes estamos ahora de la literatura distópica?, ¿está presente solo en las páginas de libros o es acaso una realidad?.
¿El futuro de Orwell es el presente?
La década del 40 estuvo fuertemente marcada por grandes cambios a nivel económico, social y cultural, influenciados en gran parte por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Fue aquí donde Estados Unidos mostró todo su potencial ante los ojos del mundo y a la vez proclamaba su supremacía e influencia en varios países alrededor del globo, mayormente los derrotados durante la guerra. Por su parte también la llegada de la era nuclear dio un giro inesperado y a la vez triste a la historia, pero esto también trajo consigo avances tecnológicos entre ellos el transistor, un conductor de electrones base de la energía eléctrica que comenzó la revolución tecnológica, que iniciando con radios pequeñas proporcionó herramientas para el desarrollo de la sociedad.
Si hay alguien que vivió de cerca todos estos sucesos fue Eric Blair, quien formó parte de la Home Guard, una organización de defensa del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial. Blair fue testigo de las atrocidades cometidas durante la guerra y los avances tecnológicos que fueron totalmente sorprendentes y es gracias a todo este escenario que decide escribir una de las obras más polémicas de la literatura, que fue prohibida en distintos países donde en algunos su prohibición sigue vigente.
Es así que en 1949, Eric Blair bajo el seudónimo de George Orwell publica “1984”, una novela distópica que sigue siendo polémica hasta nuestros días. Esta novela ambientada en más de 30 años después de cuando fue escrita nos describe a Oceanía, un conglomerado de países que se encuentra bajo el poder absoluto del denominado Gran Hermano donde todos los habitantes son vigilados por completo a través de pantallas telescópicas para evitar cualquier tipo de insurrección y mediante diversos organismos mantienen a la población bajo su dominio, uno de ellos es el Ministerio de la Verdad. Irónicamente esta institución se encargaba de borrar todos los datos almacenados acerca de la historia para que se apegue a lo que el Gran hermano dicte, así los ciudadanos eran manipulados y controlados al antojo de quien los gobernaba. Es ahí donde trabaja Winston, un hombre que poco a poco empieza a cuestionar el régimen, sus abusos y la manera de mantener cegada a la población mediante la producción de contenido pornográfico para la prole y los dos minutos de odio, en el que exacerbaban a la nación con imágenes y discursos de aversión hacia sus enemigos.
Mediante esta novela Orwell nos relata desde su perspectiva más que solo un mundo ficticio; los miedos luego de la creciente hegemonía estadounidense, el surgimiento de regímenes totalitarios que podrían quitarle la libertad a miles de individuos y el fanatismo de sus seguidores que creerían y harían lo que su líder les ordene, como sucedió en el holocausto. El futuro era incierto, la guerra fría y la carrera armamentista comenzaban y la vigilancia del Estado hacia todos sus habitantes ya no era tan imposible luego de la invención del transistor. ¿Qué podían esperar luego de esto?
Actualmente no tenemos un Ministerio de la Verdad, pero en miles de páginas web abiertas como Wikipedia, cualquier usuario puede modificar datos, biografías y hechos históricos. Estamos rodeados de fake news y prensa sensacionalista, por ello un usuario que no está muy familiarizado con estos temas es presa fácil de la desinformación. Los programas de televisión actuales, películas y contenidos de entretenimiento que se prefiere la mayoría de las veces son aquellos que incitan al morbo y a la satisfacción inmediata de sus consumidores. No contamos con los “Dos minutos de odio” (tiempo en el que se trasmite por las telepantallas mensajes en contra de los enemigos del sistema), pero esta técnica es usada para la “guerra sucia” dentro de campañas durante el tiempo de elecciones a beneficio de ciertos partidos atizando el fanatismo de los seguidores. No somos vigilados por pantallas telescópicas pero luego de la información filtrada a través de WikiLeaks acusando a la CIA, uno de los organismos más importantes de Estados Unidos, de espionaje mediante smartphones, smartTVs y ordenadores. Esto no es tan lejano como parecía en “1984”, cerca de 9000 archivos con información personal de ciudadanos fueron hallados bajo el dominio de este organismo y si analizamos tal vez más que una fantasía ideada por la mente de un escritor fue tal vez una advertencia de lo que podría ser un futuro tal vez no tan lejano.
“Fahrenheit 451”, estadounidense Ray Bradbury, por su parte, nos narra un futuro en el que los libros estaban prohibidos, los bomberos de esa ciudad futurista en lugar de apagar incendios, incineran los libros y apresan a quienes posean alguno de ellos. El mayor entretenimiento era la televisión y la radio; la población vive horas pegadas a televisores del tamaño de un muro y pequeños artefactos que llevaban en los oídos, denominados radio auriculares. El entretenimiento banal y la información liviana dejaron de ser parte del tiempo de ocio y ahora era parte fundamental de su rutina diaria. Guy Montag, uno de los bomberos empieza a preguntarse si en realidad a nadie le interesan los libros y si la vida siempre será así. Claramente al ser escrita por los años 50, Bradbury fue influenciado por la reciente actitud del gobierno nazi al incinerar y prohibir miles de libros, para protegerse de la población y de alguna revuelta incitada probablemente por leer a algún autor que iba en contra de sus creencias e ideales.
Hoy vivimos en todo el auge tecnológico y poco a poco los libros están siendo reemplazados por ebooks, miles de títulos de grandes obras pueden ser fácilmente encontrados en cualquier página web y descargados, siendo tan fácil el acceso que cualquier persona puede exponer sus ideas en libros y publicarlas, lo cual también nos acerca claramente a la desinformación y en la era de las redes sociales. Mediante teléfonos inteligentes estamos conectados a cualquier punto del globo lo cual nos brinda miles de facilidades pero también nos expone a la trivialización de temas serios e importantes. Actualmente los lazos reales entre individuos son reemplazados por followers, matches, likes o retweets, si bien las redes nos acercan a millones de personas, muchas veces nos alejan de nuestra realidad al vivir en un mundo virtual.
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“Todos debemos ser iguales. No todos nacen libres e iguales, como dice la constitución, pero todos son iguales. . . Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Toma el tiro del arma. Infringir la mente del hombre.” (Bradbury, 1953).
El entretenimiento es necesario, el arte para algunos o las transmisiones de youtubers para otros, son un adicional que toda sociedad necesita para hacer la vida más llevadera. Tampoco se debe llegar al extremo de satanizar o glorificar las modas actuales, lo que siempre debe primar es el sentido crítico de cada persona y lo que estos dos libros buscaban era eso, además de exponer los extremos a los que no se debe llegar como sociedad y hacer una fuerte crítica hacia la banalización de la sociedad actual, asuntos que en los años 40, 50 y hasta hoy siguen siendo un gran tema de debate por lo tanto lo seguirán siendo.
“1984” y “Fahrenheit 451” fueron grandes exponentes de la ficción futurista distópica, poseen ideas criticadas, amadas y odiadas, estos libros nos invitan a pensar y cuestionar nuestro entorno constantemente, nos invitan a poner en práctica nuestro sentido crítico y a preguntarnos si actualmente vivimos entre distopías y realidades.
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