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Experiencia como becada del Programa Doble Triángulo en Japón

“La clave está en buscar tus propias oportunidades y atreverte”

Camila Calderón
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Estudiante de Biología

23 junio 2020

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“Cuando viajas aprendes a ver las cosas desde otra perspectiva, se te abre el mundo por completo”

Foto: Mafer Ridoutt

Mafer Ridoutt tiene 23 años y se encuentra en su último ciclo de la carrera de Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional Agraria la Molina. Durante sus estudios de pregrado Mafer realizó un intercambio estudiantil por un año como becada del Programa Doble Triángulo, PERÚ-JAPÓN.

Desde sus inicios…

Cuando tenemos que decidir qué estudiar, por lo general, tenemos muchas dudas, y al igual que a muchos de nosotros al iniciar la universidad, a Mafer Le costó decidir que estudiar. Sin embargo, con ayuda de un profesor, pudo identificar sus puntos fuertes durante su etapa escolar y descubrió que la ingeniería le llamaba la atención. Al mismo tiempo, Mafer cultivaba un interés somero sobre el tema del ambiente y su cuidado, pero esto cobró sentido cuando entendió que podía unir ese afán de ayudar al medio ambiente con su carrera y dedicarse a ambos toda su vida.    

La UNALM era su sueño desde que la conoció en una visita cuando estaba en primero de primaria, por lo que al saber que ofrecía la carrera de Ingeniería Ambiental, ella supo que era el lugar perfecto para estudiarla.

 

Sobre la beca:

La BECA DOBLE TRIÁNGULO PERÚ-JAPÓN, donde Mafer fue la segunda molinera en ganar esa beca, ya existía desde el 2014-2015 mediante un convenio de la universidad de Yamagata con universidades peruanas como la UNALM, UNMSM, UNI y PUCP. Gracias a ese convenio, cada semestre se abría una convocatoria, que a comparación de otras postulaciones para becas era muy simple. “Yo vi esta beca a fines del 2018, me animó, postulé y la agarré”, nos cuenta Mafer, indicando que la beca pedía solo unos cuantos requisitos como: el registro de notas y el idioma inglés. Además, saber japonés era una ventaja.

La beca dura dos semestres académicos, y cubre 10 meses de manutención. La organización Japonesa de Servicios Estudiantiles (JASSO) otorga 80 mil ¥ al mes, que equivale a 800 dólares, para estudiar en una universidad en Japón.

 

La Universidad de Yamagata:

La Universidad de Yamagata tiene 3 campus, ubicados en diferentes ciudades: el campus de Ingeniería, el de Humanidades (que incluye educación, economía, arte, etc.) y, por último, el campus de la facultad de Agricultura, donde Mafer se encontraba. En él, se trataban temas alimenticios, ambientales y de agricultura. La facultad de Agricultura, a comparación de los otros campus, era la más pequeña y no tenía programas de idiomas para los alumnos internacionales; sin embargo, el acreedor de la beca en este campus estaba inhabilitado de llevar cursos a menos que acredite un nivel académico de japonés. Mafer no llevaba clases, pero la beca la posicionó en el Laboratorio de Recursos de Agua y Suelo de Japón, para que se dedique a exclusivamente a la investigación. Aparte, ella participaba de los talleres que brindaba el laboratorio, similares a los Journal Clubs.

 

 

La postulación:

Ese año postulé a todas las becas que podía, no agarré ninguna y esa era mi última oportunidad”. Mafer la tenía clara sobre la idea de hacer un intercambio, y aunque sus notas no eran malas, el nivel de competencia para becas era muy exigente en la UNALM, pero ella tenía algo que otros no, “el inglés”. Por cosas del destino, Mafer estudió en un colegio Bilingüe, es más, estudiaba 2 horas de inglés diariamente desde que estaba en primero de primaria, así que sí o sí, salió de allí hablando inglés, pero aun así para la beca le pedían un documento, -“Tuve que explicar mi caso sobre mi postulación a esta beca , y rendí el examen de suficiencia de inglés en el centro de idiomas“ , normalmente este examen se da cuando vas a egresar, pero necesitaba ese documento para postular y se lo dieron.

 

Aprendiendo desde cero…

“En Japón, cuando entras a un laboratorio, tú te encargas de un proyecto y lo sacas adelante”. Mafer estaba investigando sobre el reúso de aguas residuales en campos de arroz y cómo esta afectaba a las poblaciones microbianas de bacterias y de virus. Allí, tuvo que aprender desde cero técnicas de laboratorio, pero para su suerte, en el laboratorio había estudiantes de Indonesia, Vietnam y Camboya, quienes le enseñaron todo lo necesario para que ejecute su proyecto. Su principal misión fue buscar E. Coli y norovirus usando  PCR en tiempo real, que le pareció muy tedioso: “aprendí cosas que no sabía que eran tan importantes y que, ahora con lo del coronavirus, se han vuelto tan transcendentales“.

 

Cuando a Mafer le asignaron el proyecto, empezó a leer y buscar mucha información sobre el tema, y cuando se dio cuenta que el referente en Japón era su profesor en el laboratorio, su asombro fue como decir: “estoy leyendo en internet los artículos de con quien tengo clases todas las semanas”. Mafer nos cuenta que lo más curioso es que el profesor no andaba en los laboratorios con frecuencia, por lo que ella se preguntaba “¿cómo es posible que pueda él tener tantos artículos si nunca está, salvo para supervisar?“. Fue allí cuando Mafer entendió cómo se da la investigación en Japón, donde la publicación de artículos científicos es un sistema ya avanzado. En él, el supervisor direcciona un proyecto a lo que él desea, y como en Japón los estudiantes deben pasar por un laboratorio en su último año de la carrera, siempre hay afluencia de alumnos investigando. De esta manera, el investigador principal obtiene los resultados esperados, recopila la información para publicarse y presenta el trabajo en congresos internacionales.

 

Mafer no sabía mucho japonés, incluso tomando clases intensivas antes de viajar. Fue enviada a un pueblo lejano, donde nadie hablaba inglés salvo algunos extranjeros de la universidad. “Me di cuenta que con el inglés no iba a sobrevivir”, dice Mafer, a quien no le quedó de otra que aprender japonés. Pronto notó que a 30 minutos del pueblo había un lugar donde enseñaban japonés, a donde Mafer iba en bicicleta una vez a la semana para llegar a su clase de una hora. Como ya había recibido clases de japonés en Perú, su nivel no era tan básico, y ya en un grupo avanzado conoció extranjeros que se encontraban en la misma situación y entre todos estudiaban japonés. “El choque cultural fue grandísimo, pero la barrera del idioma lo fue mucho más”, relata.

 

Mafer define esta beca como la experiencia que más impacto ha tenido en su vida. Aunque al principio fue sumamente difícil, lo califica como una experiencia que no es para cualquiera, porque necesitas mucha valentía para sobrevivir en un país tan diferente, y hasta que no lo vives por ti mismo, no entiendes hasta qué punto llega esa diferencia. “Irme a un país completamente extraño, al otro lado del mundo, a hacer algo que nunca había hecho en Perú, y por un año entero, dejando todo, fue difícil, pero lo haría mil veces de nuevo”.     

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Figura 1. “Cuando viajas, aprendes a ver las cosas desde otra perspectiva, se te abre el mundo por completo”.

Fuente: Mafer Ridoutt

Es necesario salir de la zona de confort

Mafer era la única latina de su grupo de amigos, ya que todos hablaban inglés y provenían de un diferente background debido a la cultura. Normalmente, los latinos somos considerados efusivos, habladores y solemos sonreír de más, pero allá la gente no era así, y a Mafer le costó entender que sus amigos tenían una forma distinta de pensar y expresar sus opiniones; lo que para nosotros es calificar a una persona de “fría”, allá no era así. Para ponernos en contexto, damos este ejemplo: todos los fines de semana, sus amigos cocinaban algo que representaba a su país, y el día que le tocó a Mafer, los comentarios que recibió fue de “tu comida no está mal, está OK”. Ante ello, Mafer no entendía que hizo mal… ¡Ella no se consideraba mala cocinera! Pero después de un tiempo, sus amigos le comenzaron a preguntar sobre la receta, sobre los ingredientes para llevar a su país y hasta le pidieron que cocine otra vez, a lo que Mafer dijo “pero, dijeron que estaba OK”. En ese momento, sus amigos le explicaron que en este caso “OK” significó que estaba muy rico. Mafer entendió que su respuesta efusiva ante sus amigos cuando ellos cocinaron era parte de su personalidad, y ellos hicieron lo mismo cuando ella cocinó; la diferencia fue la forma en cómo se expresaron, que es distinta e innata en cada persona.

 

Más sobre Mafer…

“¿En qué cosas no he estado?” … Mafer ha sido parte del tercio estudiantil, centro de estudiantes, presidenta del federado, miembro de círculos de investigación, voluntariados, ha organizado eventos tanto dentro de la universidad como afuera para ministerios, para empresas de amigos, etc. En sus propias palabras: “he sido una chica que siempre ha estado metida en varias cosas”. Esto la ayudó en cierta forma a perder esa vergüenza de preguntar que muchos tenemos. También le gusta bailar (sólo por diversión), y enseñar, ya que desde hace años es profesora y dicta clases. Esto no lo ve como un trabajo, debido a que disfruta lo que hace: “vocación de servicio, lo llaman”.

En Japón, ella hizo más cosas que solo investigar, como participar en talleres, ferias hasta daba clases. También fue asistente de laboratorio e incluso llegó a trabajar en vacaciones de verano. “Hoy en día, hablo japonés no solo porque iba a clases, sino que aproveché en trabajar, y pude mejorarlo, así como conocer gente increíble”. El networking en estos tiempos es muy importante, ya que las oportunidades en el futuro no vienen sólo de tu universidad, sino de tus propios contactos.

 

Mafer admira mucho a su mamá y eso nadie lo duda, pero si hablamos de motivación, siempre ha sido ella misma, porque ella desde hace años aprendió a trabajar y pagar sus propios gastos: “si yo misma no busco salir adelante, nadie lo hará por mí”.

 

No todo es estudiar.

 

“Muchos vemos cómo la vida pasa frente a nuestros ojos, y con ellos, nuestras oportunidades, pero cuando te das cuenta ya es tarde para volver atrás”, dice Mafer. Muchos estudiantes sienten que lo peor que les puede pasar es jalar cursos, y es porque piensan que las notas lo valen todo, cuando, si bien son importantes como referente de responsabilidad, hay mucho más que eso. Y, como dice Mafer, “estudiar es importante, pero hay cosas igual de importantes como estar metido en proyectos, investigación, voluntariados… Todo sumado con esa búsqueda constante de ir más allá”.

Mafer es una persona que busca sus propias oportunidades, y en vez de quejarse trata de buscar una solución. Hace tiempo que ya dejar de vivir de excusas, y sabe que no todo llega fácil, por eso, recalca que hay que ingeniárselas para buscarse su lugar. También nos confesó que tuvo miedo al inicio, y hasta pensó en regresarse cuando las cosas se pusieron difíciles, porque creyó que no lo lograría. “Hubiese sido cobarde”, dice, pero fue muy valiente y no iba a perder esa oportunidad sólo por el miedo tonto de fallar en intentar algo nuevo.

 

Es momento de reinventarnos…

 

Deberíamos aprovechar nuestra nueva realidad para atrevernos a hacer aquello que tememos, “Hay gente que tiene ideas interesantes, pero su enemigo es su propio miedo”, quizás tienes algún proyecto, o emprendimiento en mente. ¿Qué esperas para empezar?

Mafer fue la última becaria de esta beca en la UNALM, pero no se debería perder la esperanza ya que hay profesores que impulsan este tipo de intercambio como becas del Summer school en la Universidad de Yamagata.

Mafer no deja de hacer cosas nuevas: ahora está tomando un curso online, becada en una prestigiosa universidad el MIT. Y, aunque el tema sobre lo que trata el curso no sabe cómo lo enfocará más adelante, ella sabe que entre estudiar y hacer cosas nuevas nunca será una pérdida de tiempo. Ya saben: “la clave está en buscar tus propias oportunidades y atreverte”.

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