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AGRICULTURA FAMILIAR Y COVID-19

José Miguel
Rojas Espinoza
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Estudiante de Biología.

19 mayo 2020

Mujeres en el campo, guardianas de la diversidad biológica agrícola y garante de la seguridad alimentaria.

Fuente: Andina.pe

El 15 de marzo del 2020, mientras los altos postes de luz atenuaban la oscuridad de las calles del país, el presidente del Perú anunció el estado de emergencia en todos los confines del territorio nacional para impedir la  propagación masiva del SARS-CoV-2 en el país. Así, las debilidades del sistema de salud peruano quedaron en evidencia, y la crisis sanitaria desde entonces no ha hecho otra cosa más que acentuarse.

Bajo esas condiciones, la agricultura familiar permaneció firme y no ha dejado de trabajar la tierra ni un minuto para darle de comer a los suyos y a los nuestros. Es esta agricultura, la del pequeño productor, la que provee más del 70 % del alimento que llega a las mesas de todo el país [1]. Sin embargo, la ausencia de políticas, planes, programas articulados y leyes favorables para el sector, condicionan en demasía su desarrollo.

El aislamiento social obligatorio ha suscitado más problemas de los que normalmente se preocupan. El traslado de personal para actividades que requieren mano de obra numerosa se volvió más difícil, y en ocasiones, imposible. Pues algunas comunidades impiden el paso de trabajadores externos por temor al contagio. El temor es el mismo en los conductores, ya que deben transportar en sus camiones cargas de productos, cuyo destino principal es Lima, la región que presenta más casos confirmados de esta enfermedad.

A todo esto debemos sumarle la baja demanda que tienen diversidad de productos a causa del cierre temporal de los restaurantes, afectando así el precio de las cosechas, algo que no es novedad para ellos, ya que en sus propias palabras [2] “su producción no tiene un valor real”. Lucinda Quispe Ayala, representante de la Federación Agraria Región Junín (FAREJ), declaró dicha línea alude a las diferencias abismales entre el precio que se les paga en el campo y el que encuentran en los mercados. Su trabajo, tiempo y dedicación a los cultivos es comprado por céntimos y vendido después por soles.

Figura 1: Agricultores de Majes desechan sus productos en protesta

por el precio de la cebolla en chacra: 10 céntimos el kilogramo [3].

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Fuente: Radio Yaraví

Por ello, es urgente la aplicación de medidas que no solo reconozcan la labor primordial que llevan a cabo estas familias, sino también que impulsen de manera activa su desarrollo, pues de ellas depende la seguridad alimentaria y nutricional de todo un país. La aprobación del Plan Nacional de Agricultura Familiar 2019 – 2021 es un comienzo, siempre y cuando, el compromiso permanezca y la agroexportación deje de acaparar todos los privilegios.

Aquel anuncio la noche del 15 de marzo marcó un antes y un después en la percepción de los peruanos acerca de la importancia económica, social y cultural del pequeño agricultor. Es este punto de quiebre que hace admirar con más ahínco su labor. La mejor forma de demostrarlo será acompañando y apoyando sus luchas futuras. 

Bibliografía:

  1. MINAGRI. Decreto Supremo que aprueba el Plan Nacional de Agricultura Familiar 2019 – 2021 [Internet] Lima: Casa de Gobierno; c2019 (Consultado 23 Abr 2020) Disponible en: https://www.gob.pe/institucion/minagri/normas-legales/357293-007-2019-minagri

  2. SERVINDI. La agricultura familiar es pieza clave para enfrentar el coronavirus [Internet] Servindi.org [Internet]; c2020 (Consultado 24 Abr 2020) Disponible en: https://www.servindi.org/actualidad-noticias/18/03/2020/la-agricultura-familiar-en-tiempos-del-coronaviru

  3. DIARIO CORREO. Agricultores arrojan cebolla como protesta por precios bajos [Internet] Arequipa: Majes; c2020 (Consultado 26 Abr 2020) Disponible en: https://diariocorreo.pe/edicion/arequipa/agricultores-arrojan-cebolla-como-protesta-por-precios-bajos-929417/?ref=dcr

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