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Una cárcel sin muros: La anti-utopía de Huxley

Xiomara Milagros
Bustillos Puma
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Estudiante de Ingeniería 

Ambiental.

23 junio 2020

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Arte by kalosy en Devian Art

“Pienso que sólo deberíamos leer libros de los que muerden y pinchan. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un puñetazo en la cara, ¿Para qué molestarnos en leerlo?” escribió Franz Kafka en una carta a Oskar Pollak en 1904.

Sin duda un libro que ha estado mordiendo y pinchando conciencias estos últimos años es Un Mundo Feliz de Aldous Huxley. Es denominado como una de las antiutopías más pesimistas y satíricas en contra de la fe en el mundo científico y el consumismo. Fue escrito hace casi 90 años y, sin embargo, llama la atención por las escalofriantes similitudes que se encuentran entre la sociedad del mundo moderno y la suya. ¿Vale la pena vivir en un mundo meramente feliz?

La historia comienza presentándonos al Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres. Aquí son creadas y multiplicadas, por clonación, las vidas de todos los hombres y mujeres que habitan el nuevo mundo. En este centro fueron criados y condicionados fisiológica y psicológicamente para cumplir con la profesión que se les asignó, en la casta que se les asignó, con los hábitos y costumbres que alguien más escogió y con la certeza de que aman su inevitable destino social. En el mundo después de Ford, ya nadie nace de una mujer. Ser hijo de una mujer o ser madre de alguien es la peor vergüenza, es visto como algo sumamente morboso y asqueroso. De esta forma la familia deja de existir, así como también desaparece la religión tal y cómo la conocemos, pues ellos ya no la necesitan. En su lugar aparece el dios del consumo, la comodidad y estabilidad.  

“En el Mundo Feliz de mi fantasía, la eugenesia y la disgenesia se practicaban sistemáticamente. En una serie de botellas, los huevos biológicamente superiores, fecundados por esperma biológicamente superior, recibían el tratamiento prenatal mejor posible y quedaban finalmente decantados como Betas, Alfas y Alfas Pluses. En otra serie de botellas, mucho más nutrida, los huevos biológicamente inferiores, fecundados por esperma biológicamente inferior, eran sometidos al Tratamiento Bonanovsky (noventa y seis gemelos idénticos de cada huevo) y a operaciones prenatales con alcohol y otros venenos proteínicos. Los seres finalmente decantados aquí eran casi subhumanos, pero podían efectuar trabajos que no reclamaran pericia y, si se los acondicionaba debidamente, calmándolos con un libre y frecuente acceso al sexo opuesto, distrayéndolos constantemente con espectáculos gratuitos y fortaleciendo sus normas de buena conducta con dosis diarias de soma, cabía contar con que no darían trabajo a sus superiores.” (Nueva visita a un mundo feliz, 1958)

Los niños y niñas eran condicionados desde bebés mediante la hipnopedia (repetición de frases durante el sueño) y el método de castigo/recompensa para adquirir pensamientos, gustos y hábitos que favorecieran la estabilidad de esta sociedad. Salir de esa normalidad te convertía en un paria. Entre los muchos axiomas que se les inculcó, uno de los más importantes fue el de “Todo el mundo pertenece a todo el mundo”. Significa que las relaciones de amantes excluyentes son mal vistas y casi no existen. Esto debido a que los sentimientos fuertes y las relaciones profundas están tan relacionadas al sufrimiento que se evitan a toda costa, como quien evita contagiarse de SIDA. Por consiguiente, todos terminan siendo compañeros sexuales de todos. Esto resulta muy conveniente puesto que el centro de su “cultura” es la búsqueda del placer.

Además de relaciones sentimentales, otra situación incómoda a la que todo el mundo rehuía era a la soledad. “Esa costumbre de hacerlo todo en privado. Lo que era equivalente a no hacer nada (pg. 80)”. Si no se sabía estar en soledad, era muy difícil que alguien lograra concentrarse, ensimismarse o abstraerse. Por lo tanto, las formas de arte no se cultivaban. No porque estuvieran prohibidas, sino porque a nadie le interesaban. Esto producto del condicionamiento. “¡Sí, a la cultura! Pero cuando se pasan las horas de ocio leyendo libros, no se consume demasiado (pg.49)”. Por otro lado, a pesar de que existían universidades, en estas no se desarrollaba el pensamiento crítico-reflexivo ya que no se impartían materias esenciales como filosofía o ética. ¿Te resulta familiar? Si a esto sumamos la existencia de la droga perfecta, tan fuerte como ninguna y con ningún efecto negativo en la salud física (soma), que se consume cada vez que aparece la más mínima señal de estrés, obtenemos la sociedad de esclavos más trivial e intrascendente que la imaginación de Huxley pudo darnos a modo de advertencia.

En conclusión, en el mundo de Huxley la gente era feliz porque experimentaba el placer, en base a la satisfacción de sus deseos sexuales y en base a alucinógenos, en todo momento. Eran presas de su propio placer, de una “cárcel sin muros”. No dejaban ningún instante a la reflexión, no tenían ganas de transformar su realidad, podían ausentarse de ella por horas, incluso días gracias al soma. Lo único que se permitían consumir era entretenimiento. Eran meros engranajes, perfectamente encajados, cumpliendo con su trabajo, sumisos y callados, pero sobre todo distraídos. Se ha dicho y escrito mucho sobre el poder que surge por la fuerza y el miedo, pero aquí se exploran los poderes, no menos débiles y quizás más eficaces, que surgen a partir del placer.

 

Bibliografía:

  • Huxley, A. Un Mundo Feliz. Corporación Lucemar; 2016.

  • Huxley, A. Nueva visita a un mundo feliz. Barcelona. Seix Barral; 1958.

  • Jovet, J. Franz Kafka: correspondencia (1900-1914). Galaxia Gutenberg; 2018.

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