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Españolización de la cultura andina y la identidad del peruano

Wálter Christopher Alejos Bermúdez 
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Estudiante de Biología.

23 junio 2020

La tarde del 16 de noviembre de 1532 el español Francisco Pizarro y sus tropas se dieron encuentro con el Inca Atahualpa en Cajamarca. Aquel episodio marcó el inicio de la caída de uno de los más grandes imperios de este lado del mundo y que cedió ante el nuevo orden que impuso la corona de España. Este choque de dos mundos, con concepciones tan diferentes de ver la vida, también inició una guerra de dos culturas tan distintas que no pudieron coexistir por fines propios de una conquista. Una tenía que perder y vaya que perdió mucho.

 

La Sociedad Andina y los conquistadores españoles vivieron una relación de dominación-subordinación entre sus culturas. La colonia buscó formar una nueva nación y una nueva identidad que ya no era solo indígena, la identidad del peruano. La nueva patria ahora era criolla. Era necesario que la nueva patria integrara tanto a los extranjeros como al legado andino para dar paso a una sola sociedad con una única cultura. Lamentablemente no ocurrió así, pues la cultura andina quedó marginada. Ese primer encuentro constituye la causa de una serie de sucesos y desencuentros que dieron forma a la sociedad y cultura peruana que hoy conocemos.

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Óleo de Juan Lepiani que representa la captura de Atahualpa en Cajamarca.

España alteró la organización andina y los reorganizó en sus pueblos bajo el nuevo régimen, de esta manera se perdió la coherencia del mundo andino conocido hasta ese entonces. El pueblo nativo trató de defender su lengua, sus creencias, sus costumbres, sus leyes, su comida, música, artesanía y se resistía a cambiar su estilo de economía, pero al mismo tiempo fue sometido al régimen impuesto por los españoles. Hasta cierto punto se toleró esta resistencia cultural mientras no sea una amenaza para el nuevo sistema de gobierno que trajeron los conquistadores. Era necesario, así lo dictaba el proceso de conquista, que no solo se gane en las guerras que surgieron, ni que se repartan las nuevas tierras, sino, también españolizar a la cultura nativa, llegar hasta sus raíces y darles una nueva identidad, alterar su cultura en beneficio del orden de la colonia, del virreinato y su nueva sociedad. Lo hispano y europeo obtuvo un carácter dominante mientras se buscaba integrar a los nativos a este nuevo mundo.

 

Y nació, así, una gran discriminación entre serrano, costeño, indígena y el nuevo criollo; entre lo rural y lo urbano. Estos contrastes se dieron a toda escala durante el virreinato y que es una triste herencia en la actualidad. El pueblo andino pasó a una situación de esclavitud, desarticulados y separados por todo el vasto territorio, obligados a trabajar forzadamente en las minas y haciendas, que se iban formando para llenar de riquezas y poder a los opresores. Se mermó hasta lo más ínfimo de la cultura andina que, reacia, trató de sobrevivir.

 

Los conquistadores sabían que era difícil controlar a las masas, era difícil arrancarles la cultura, la identidad, a pesar de destrozarles el alma a los nativos, estos no se doblegaban, por ello empezaron con su proceso de españolización basados principalmente en el catolicismo. Se comenzó a bautizar a todos los indígenas posibles, quienes, en su rol de sometimiento, aceptaban aún sin entender las nuevas creencias. Se dieron procesos de extirpación de idolatrías en diferentes campañas y en diferentes pueblos. Estos procesos de extirpación consistían en aniquilar todo vestigio de adoración que no sea católico y reemplazarlos por íconos que representaban dicha religión que los nativos aceptaron por pura conveniencia al principio, pero luego modificaron sus costumbres, su identidad y evolucionaron hasta las representaciones culturales que conocemos hoy.

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Imágenes de vírgenes y santos participan de festividad del Corpus Christi en Cusco. ANDINA/Percy Hurtado

La españolización disminuyó a la cultura andina pero no la desapareció, se fusionaron en algunos aspectos y aún no se encuentran en otros, y así se mantiene en la actualidad. Así nació la nueva identidad del peruano, una identidad débil, una identidad de sectores, con raíces de opresión, con discriminación.

 

Aunque en la actualidad se haya hecho muchos esfuerzos por sentirnos orgullosos de la cultura andina y, sobretodo, sentirnos parte de ella, hay una herencia social que es difícil arrancar del Perú moderno. Es necesario entender la raíz del problema, es necesario entender que tenemos dos legados que debemos cuidar y respetar, el hispano y el andino, es necesario querer nuestra cultura. Entonces, quizás, cuando ya no sintamos miedo de mostrar lo que somos, tendremos una identidad fortalecida, sentiremos orgullo de ser peruanos y todo lo que su rica cultura implica.

 

Referencias:

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